Die Zeitgeist
Se define “Zeitgeist” como el “espíritu del tiempo”. Esa es mi pretenciosa intención con esta newsletter: capturar el espíritu de mi época. Y es que es un pensamiento recurrente que tengo, se podría decir que es mi imperio romano, el pensar en las particularidades de nuestro momento. Aquellos elementos que hacen que si estuviéramos viviendo en otra época, incidirían en nuestra manera de pensar, sentir y querer. En nuestro propio ser.
Por qué ahora
Y empiezo esta newsletter en un momento en que me he quitado de Instagram. ¿Puede haber algo más “zeitgeist” que vivir en la era de las redes sociales y que a la vez exista este movimiento de desconectarse de todas ellas? De repente, un día, volviendo a casa, decidí que tenía que quitarme Instagram y TikTok. Este último por el tiempo que me quitaba, pero Instagram por ese caudal constante de información que me saturaba a nivel personal. Bombardeada constantemente por publicidad, siguiendo un montón de marcas o tiendas que provocaban absurdos deseos de lo que yo creía que eran necesidades. Y no hablemos de los llamados “influencers”. Escaparates vivientes. Confieso que una de las cosas que más me gusta de las personas es la autenticidad. Y me gusta seguir a los influencers hasta que pierden ese brillo. Ser únicos en este mundo virtual es un espejismo.
No tenía tanto problema con las cuentas personales de mis amigos y conocidos, pero también me pregunto: ¿es necesario saber tanto de tantos? ¿Acaso lo que yo compartía era tan relevante para plasmarlo en redes y que cientos de personas lo vieran diariamente? A veces me abstraía y pensaba en lo ridículo de publicar fotos personales al mundo. Pero si todos hacemos el ridículo, es menos ridículo. Y curiosamente es lo que echo más de menos. Este pequeño placer exhibicionista que nos proporciona vivir en nuestro tiempo.
La adicción
Aunque quitarme Instagram fue un impulso, hacía un mes mi hermana había hecho eso mismo. Lo hizo en un momento en que nos pasábamos algún vídeo diario (“Carla, me has pasado 18 tiktoks”). Me chocó porque yo siempre he sido una gran amante y defensora de estas redes y nunca he tenido una mala relación con ellas. “¿Y qué haces en su lugar?” le pregunté. Era mi gran duda. Ahora lo sé.
No es mi intención en esta carta relatar cómo he sido consciente de la adicción a las redes que sufro, cómo he tenido auténtico mono y he acudido a otras redes menores como Threads, cuál yonki a la metadona. Además, lo he hecho en un momento de crecimiento artístico personal donde Instagram era fuente de inspiración. Pero seguramente esa pulsión creadora estaba mermada y distraída por lo que podía ver en otros y no por lo que podía aportar yo. Cinco días sin redes y por fin le he dado impulso a esta newsletter que llevaba meses en borradores.
Me aburroooooo
Tampoco es mi intención con esta entrega convertirme en una turras de “la cantidad de tiempo que nos quitan las redes” (aunque es verdad). El ser productivo está sobrevalorado. Es un concepto capitalista y ya me he cansado de participar en este sistema hasta en mis momentos libres. Y en verdad, es que me he aburrido. Bueno, he sido más consciente de estar aburrida que al estar haciendo un eterno scroll (“doomscrolling” lo llaman). Me sentaba en el sofá y sentía el vacío de coger el móvil mientras miraba algo en la tele. Y me aburría. Era un sentimiento que casi no sentía desde la infancia. Aunque el aburrimiento es tedioso, he sentido un fugaz placer de recuperar este sentimiento. Como si volviese una parte de mí que me habían arrebatado.
I’ll be back
¿Volveré a las redes? Sin duda. De hecho, seguramente haga un poco de trampas para promocionar esta newsletter. Pero como no tengo que demostrar nada a nadie, puedo hacer lo que quiera. De eso también hablaré. ¿Cuándo? No sé qué periodicidad le pondré a estos momentos. La constancia no es mi fuerte. ¿Será cosa de nuestro Zeitgeist?
Zeitgeist capturado:
Beber un matcha latte en una cafetería del centro de Madrid escuchando a Taylor Swift, con Blackwater en el bolso.
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PD: “Zeitgeist” se pronuncia “saitgaist”.